Llamada de papá

Quiero compartir con ustedes algo que me ocurrió hace un momento...

Estaba ocupada, (haciendo nada importante), cuando escuché que mi papá me llamaba, lo primero que pensé fue: "¿qué querrá ahora?", volvió a llamar así que pensé "¿por qué tengo que ir yo, por qué no viene él? ... no fue precisamente un pensamiento acompañado de una mala actitud, era solo que yo estaba muy entretenida en 'mis asuntos' y no entendí porque él no podía esperar a que yo llegara cuando yo pudiera (o quisiera) ...

la lección de esta historia no vino tan fácil, el evento tuvo que repetirse dos veces en la última hora, en las dos ocasiones pensamientos similares vinieron a mi mente pero no fue hasta la segunda vez que repare en lo que ocurrió cuando atendí al llamado de mi papá.

Si, es verdad que en ocasiones mi papá necesita ayuda con algo, que me llama para pedirme un favor o que haga algo por él, pero hoy me llamo, y me dijo: "te tengo un regalo" y la segunda vez: "te tengo otro regalo". ¡Tendrían que ver mi rostro! mi familia acostumbra dar los regalos de navidad el 24 en la noche, así que estos regalos eran inesperados totalmente, pero además estos regalos eran realmente increíbles y puedo decir que ¡definitivamente inmerecidos!

Para este momento supongo que ustedes también ya sacaron conclusiones, pero permítanme compartir las mías:

1. Hay que responder pronto al llamado de papá.
2. Papá tiene cosas maravillosas para ti.
3. Los regalos de papá no siempre llegan cuando los esperas pero deberías estar atenta para no perderlos por no responder cuando te llama.
4. Es más fácil y rápido acudir al llamado de papá cuando estás cerca de él.
5. Papá es muy bueno y quiere lo mejor para ti, cuando te llame acude pronto, puede ser que tenga un regalo para ti o que para dicha tuya quiera darte la oportunidad de qué hagas algo para él.

No esta de más decir que me alegra haber acudido al llamado de mi papá y que estoy expectante de volver a escuchar que me llame!

"Nadie ha escuchado, ni percibido, ni ojo alguno ha visto, a un Dios que, como tú, actúe en favor de quienes en él confían. Isáias 64:4

RETORNO

Regresa como quien termina una misión, partir fue respuesta a un llamado, también fue un tiempo de entrenamiento, de preparación, dejar su tierra no fue fácil y cada día soñaba con volver.


El tiempo pasó y ahora ve más próximo su sueño convertirse en realidad, anticipa su regreso con una mezcla de emociones, sabe que las cosas no son como antes. Al partir, tuvo que dejar mucho atrás y durante su ausencia muchos cambios ocurrieron. El retorno le despierta controversias, por un lado ve concluida una etapa de su vida, por otro considera el costo de su partida.


La separación, aunque cruel también ha sido su maestra, sabe que la vida no volverá a ser la misma, tiene mucho que aprender, cosas que descubrir, puertas por tocar y caminos para conocer.


Aunque le invade el deseo de volver, la nostalgia también toca su puerta, este tiempo también trajo consigo regalos, personas maravillosas, compañeros del camino (que también inician un retorno), amigos leales, muchas lecciones, amor de familia, sin ellos este trayecto hubiera sido aún más difícil.


Se tranquiliza sabiendo que todo esto le acompañara por siempre y hace más rica su experiencia, más valioso este proceso. Reconoce que Dios tiene caminos inexplicables por los que nos conduce y solo al mirar atrás logra ver algunas respuestas, sabe que otras faltan y también las espera.


Ahora, a pesar de la incertidumbre lleva consigo un puñado de esperanzas, muy dentro sabe que el tiempo y la distancia no son más grandes que la amistad, que el amor y sus afectos. Tiene nuevas metas, algunos planes y muchos sueños, sabe quién es su dueño, sabe para quién vive, regresa expectante de vivir lo que vendrá...


"Yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamiidad, a fin de darles un FUTURO y una ESPERANZA"

Jeremías 29:11

Señales...

Tener la dirección o un mapa para llegar a un lugar no siempre es suficiente, a veces necesitamos señales. Como no me gusta perderme, cuando me dirijo a un lugar que no conozco me gusta buscar señales que me ayuden a llegar.


Si conozco los lugares cercanos de mi destino, seguramente con la dirección me baste. Si tengo un mapa de mi ruta, voy a encontrar señales en el camino que me resultan útiles para continuar, me dicen donde retornar, desviarme, cruzar o donde encontrar lo que necesito para continuar el viaje. Pero, ¿qué pasa cuando no voy en el camino correcto?


Cuando uno viaja, a veces, se distrae y no mira las señales del camino y en lugar de acercarse al destino cada vez se aleja más, uno puede alejarse tanto que hasta podría no ubicarse en el mapa, en este punto las señales del camino no son tan útiles porque no tienen indicaciones acerca de nuestra ruta, son ayuda para mantenerse en el camino correcto y no tanto para encontrarlo cuando se ha perdido. Otra opción puede ser preguntar a los que están cerca, aunque eso no garantiza que puedan guiarnos ya que ellos podrían estar perdidos también.


¿Saben qué? Tal vez esto no les resulte un gran descubrimiento, pero considerando que existe la posibilidad de perderme, lo mejor que puedo hacer para llegar a mi destino no es tener un mapa o bien anotada la dirección, aunque esto es importante, yo más bien creo que lo mejor que puedo hacer es acompañarme de alguien que no solo conozca el lugar a dónde voy, sino también el lugar en donde estoy y pedirle que me señale el camino.


“En ningún momento el Señor los dejo solos, de día, los acompañaba en una columna de nube, para señalarles el camino; y de noche, en una columna de fuego, para alumbrarlos”. (Éx.13:21)